El amor es como una bella y delicada flor

Alicia, ¿qué te está sucediendo? ¿en qué momento cambiaste? ¿por qué no me di cuenta? ¿merece la pena seguir luchando por nuestro matrimonio? ¿aún queda amor? Y si queda, ¿dónde está?

Mi mente retrocede unos veinte años. Alicia siempre tuvo la tez fina, una voz dulce (tan dulce como ella). Era fuerte, tan fuerte como un vendaval. Alegre y brillante como el sol. Brillaba por sí sola. Eso fue lo que me enamoró.

Acaba de cumplir los 50. Hace tiempo que su piel perdió color y ese lustre que le embellecía. De repente, un día, se apagó; y no solo me refiero a su aspecto sino a su interior.

Ya no ríe. Ya no me reta entre carcajadas. Ya no bromea. Ya no quiere salir de su habitación. Ya no quiere hacer el amor. Ya no quiere salir de esa capa lluviosa que le acecha desde que se despierta hasta que cierra los ojos. Ya solo se siente en paz cuando los cierra, y quizá ni eso, porque en plena noche la escucho gritar del dolor que le causa la pesadilla que se apodera de su mente. Ya no me abraza cuando llego del trabajo. Ya no sé si siente. Ya no sé si sigo llenándole el corazón…

Algo hizo que cambiase sus emociones. Fue ella misma o puede que el culpable fuese yo. Con tantas responsabilidades y compromisos no me percaté de qué pudo ser hasta que hace dos años me pidió el divorcio y me di cuenta de que ya nada era igual.

Un día como otro cualquiera, me despierto. Ella sigue ahí, anclada en la cama. Muy lejos de mí. Intentaré no hacer ruido mientras me preparo para ir a trabajar ya que duerme plácidamente.

 

Durante el transcurso de la jornada laboral no ocurre nada interesante, así que no entraré en detalles. Miro el móvil y veo un mensaje:

—¿Te veo a las 18:00 donde siempre?

Como de costumbre, voy al bar que está a 5 minutos de la empresa. Ahí está ella, tan dicharachera como siempre. Hablando con todos los camareros. Todos se ríen con ella. Desprende tanta juventud y ganas de vivir. En cuanto me ve, me besa apasionadamente. Tiene algo que proponerme.

—Había pensado que como en 2 semanas tienes vacaciones, podríamos irnos a Menorca.

—¿No es muy precipitado? — De repente, siento una punzada en el corazón.

—¿Qué te sucede? ¿Estás preocupado porque no sabes qué excusa poner en casa?—Eso es justo lo que me ocurre… Alicia…

—Solo creo que no es una buena idea.—A Menorca fuimos por nuestra Luna de Miel… qué recuerdos.

—Si no se va a enterar. Está siempre en su mundo. No hay más que verla cuando camina por la calle. Y tu hijo seguro que lo entiende perfectamente.

Algo me dice que esto no está bien. Que debo irme y acabar con esta farsa que me tapa los ojos con una venda protegiéndome de la realidad. Que debo volver a casa.

Nada más entrar, lo primero que veo es el cabello desaliñado de Alicia. Tiene un libro entre sus manos, mientras toma un café. Se da la vuelta y me mira directamente a los ojos. Hacía tiempo que no se dirigía a mí.

—He pensado en una cosa. —escucho con atención su propuesta— aprovechando el buen tiempo, podríamos sentarnos en el jardín con Juanito y contar las estrellas, como hacíamos todos los veranos antes de… —se le corta la voz y hace una mueca de dolor.

—¿Por qué te apetece de repente? —pregunto asombrado.

—Tú hazme caso.

Efectivamente, cumplimos nuestro objetivo a rajatabla. Cada noche cenábamos en el jardín los 3 y con el estómago lleno, contábamos las estrellas.

Nuestro hijo, Juanito, estaba feliz. Siempre se divertía con nosotros. A pesar de sus 15 años, uno no pierde del todo el niño que lleva dentro. Alicia cada noche reía con nosotros. Recordaba anécdotas de nuestro noviazgo. La tercera noche, me agarró de la mano y no se la quise soltar. Le brillaban los ojos y su tez poco a poco fue recuperando su tono rosado.

Alba me llamaba todos los días. No quería romper esta nueva armonía que se respira en mi hogar. Alicia nunca me dijo nada, pero sé que lo sabía. Lo sabe desde hace meses, pero nunca me dijo nada. En el momento que quisimos divorciarnos, ella me dijo que podía hacer mi vida. Lo he intentado por todos los medios, pero hay algo dentro de mí, cada vez más fuerte, que no me lo permite.

Decido afrontar la situación que tengo con Alba.

—¡Hombre por fin! ¿Por qué no me coges las llamadas?

—He estado pensando.

—¿En qué? Recuerda que en poco tiempo nos vamos.

—No voy a hacerlo.

—¿Qué? Espera… ¿no me digas ahora que has decidido volver con Alicia?

—No deseo nada más en este mundo.

—¡Pero si hace años que vuestro matrimonio cayó en la monotonía!

—A veces la monotonía es justo lo más especial de una relación.

—¡Estás loco! —dice entre carcajadas. Me cuelga el teléfono.

Me dirijo hacia la floristería más cercana. Compro el ramo de rosas más grande y hermoso de toda la tienda. Lleno toda la casa con mensajes para ella. Espero con impaciencia a que vuelva.

En cuanto entra lo primero que hace es leer cada mensaje:

Quiero que todo vuelva a ser como antes.

Anulemos los papeles del divorcio.

No quiero separarme de ti nunca más.

Quiero envejecer a tu lado.

Cuidaré de nuestro amor todos los días de mi vida.

Su rostro refleja ilusión y confusión a la vez. Como echaba de menos esa expresión de inocencia que la caracteriza.

—¿Sabes por qué te pedí que cada noche volviésemos a mirar las estrellas? —escucho atentamente mientras retengo las ganas de besarla y no soltarla jamás —porque el amor es como una bella y delicada flor, hay que regarla cada día para que nunca desaparezca su brillo; y si no la riegas, esta se pudrirá poco a poco perdiendo toda su magia, y eso fue lo que pasó con nuestro matrimonio. Ninguno de los dos supo cuidarlo. Entonces, un día decidí que teníamos que salvar lo nuestro recuperando aquella conciliación familiar que tanto nos unió durante años y disfrutando de tiempo de calidad juntos. Dentro de mi severa depresión, siempre quedó algo de esperanza en mí. La magia puede renacer y quedarse para siempre con nosotros.

En 2018, España se convirtió en el segundo país europeo con mayor número de divorcios. Hay varios factores que afectan, entre ellos, la falta de conciliación familiar. Las responsabilidades, la vida social intensa, las redes sociales… etc, son causas potenciales. 

 No dejéis que la sociedad actual maneje vuestras emociones y sentimientos a su antojo. Es imprescindible encontrar un espacio cada día para la intimidad en la pareja. No perdáis el tiempo mirando la pantalla del móvil e invertirlo en pasar juntos tiempo de calidad.

Por un 2019 sin violencia

 

No a la hipocresía. No a la intolerancia. No a las bocas cerradas. No al maltrato. No a la guerra…

Por un año sin violaciones a mujeres, palizas a hombres, abusos a menores y desahucios a ancianos.

Por un año sin asesinatos a sangre fría. Sin bombas que destruyen ciudades enteras, sueños, familias y vidas.

Por un año sin ver noticias que te crean un nudo en la garganta y malas digestiones.

Por un año sin sangre. Por un año sin malicia.

No a las faltas de respeto. No a las peleas. No a los abusos sexuales.

Por un año sin tener miedo al volver sola a casa o sin un mensaje que diga: ¿Has llegado bien?

Por un año sin sentir repugnancia hacia hombres (si es que se les podría llamar así) que, detrás de esa sucia mirada quieren decirte a gritos: si te pillase sola, te follaría. 

Por un año sin correr asustada porque sientes que alguien te persigue por la calle, y al parecer, sabe cómo te llamas, tu dirección de correo postal y hasta qué horarios tienes porque, no es la primera vez que lo hace.

Por un año sin escuchar testimonios de chicas que cuentan cómo fueron abusadas sexualmente por sus ex parejas a los 20 años. Y que cada vez sientes menos impacto al escucharlo, no por insensibilidad, sino porque, te lo han contado en más de una ocasión a lo largo de tu vida.

No a la falta de concienciación. No a la ausencia de empatía.

Por un año sin amenazas de muerte, ni denuncias falsas a hombres inocentes.

Por un año sin injusticias en los juzgados a la hora de compartir la custodia de unos niños que aman a su padre al igual que a su madre.

Por un año sin las típicas frases de la educación del macho men: llorar es de débiles. Si expresas tus emociones delante de los demás, pensarán que eres poco hombre, que no mereces nada.

No a la maldad.

Por un año sin niños desprotegidos, desnutridos y desilusionados.

Por un año sin padres (que claramente no se merecen este nombre) que no saben cuidar a sus hijos. Que no les educan. Que no se preocupan por su salud. Que no les proporcionan estabilidad. Que no les dan amor.

No al maltrato hacia ninguna persona. Da igual que sea mujer, hombre o niño. Nadie lo merece.

Por un año en el que abunde el amor. Por un 2019 sin violencia.

Experiencia – Esencias

En nuestro primeros meses de vida, nos enseñan a andar y hablar. Más tarde a leer y escribir o a cómo se dice la palabra ”casa” en inglés. Pero lo que la escuela no nos enseña es a ser fuertes ante las adversidades.

No nos enseñan que para conseguir tus propósitos hay que esforzarse hasta dejarse la piel.

No nos enseñan que el amor si es de verdad, debes regarlo todos los días como si de una flor se tratase y así siempre brillará. Nada es tan sencillo como muestran en las películas…

No nos enseñan que la mayoría de amistades se basan en el interés y que las pocas puras que encuentres debes mimarlas, porque lo que se marcha ya no vuelve jamás.

No nos enseñan a detectar a las personas tóxicas, aquellas que querrán hundirte con ellas hasta el más profundo y oscuro abismo.

No nos enseñan a que, a veces, no solo el amor te rompe el corazón, sino también amigos o familiares.

No nos enseñan a que para que te respeten, de vez en cuando, tienes que sacar los dientes.

No nos enseñan a que, cuando eres mujer, tienes que mostrar tu fuerza psicológica para que nadie se aproveche de ti, ni te hagan de menos. Y que, cuando eres hombre, debes mostrar tus sentimientos más a menudo para que el mundo sepa que vosotros también tenéis derecho a llorar.

La mejor escuela del mundo, definitivamente, es solo una: nuestra experiencia en la vida.

Del libro ESENCIAS

Pequeños demonios en forma de anticonceptivos

Seguro que alguna amiga te habrá comentado que va a comenzar a tomar la píldora anticonceptiva, ya sea por tener doble protección, irregularidades en la menstruación o simplemente, por puro placer.

En los tres primeros meses va todo bien hasta que vienen los dolores de cabeza, irritabilidad o incluso problemas de circulación. Cuando el médico te dijo que si en los primeros meses permaneces estable, ya no tendrás ningún problema porque tu organismo se ha adaptado a esta dosis de hormonas.

Sigues con el tratamiento porque así estás a gusto y al menos reduce los cólicos menstruales. Muy pronto notas que tu cuerpo no es como el de antes. Ya no te queda la ropa bien y no entiendes por qué, si comes lo mismo de siempre. Te duelen las mamas y no aguantas ningún sujetador. Siempre estás cansada, con lo cuál, tu rendimiento disminuye considerablemente. Eres vulnerable a todos los virus que se encuentran a tu alrededor. Te sientes hipersensible y más susceptible de lo habitual. No hablemos de tu creatividad… ¿Creatividad? ¿Qué es eso?

Hace años crearon un anticonceptivo masculino que retiraron del mercado por sus perjudiciales efectos secundarios. En la actualidad, están creando otro, a ver si con suerte, los efectos son menores.

Cosa que me parece muy bien pero, mi pregunta es, ¿por qué no retiran del mercado todos los anticonceptivos femeninos hasta que creen otro mejor? ¿qué más hace falta para saber que es una bomba atómica para el organismo de la mujer?

Creo que ya tenemos demasiada información sobre ello. Todos los casos que conozco tanto personalmente como a través de blogs de otras mujeres siempre les acaba sucediendo lo mismo, y lógicamente, acaban dejando el tratamiento.

Cuando entran en la fase de recuperación, el cuerpo tarda alrededor de tres a un año en volver a funcionar con normalidad llevando una dieta equilibrada y haciendo deporte con regularidad. En cuanto a nivel psicológico, también tardan un tiempo considerable en tener una salud mental estable y alcanzar un buen dominio de sus impulsos emocionales.

Cada organismo es un mundo y puede afectar de múltiples maneras. Lo que está claro es que al menos tu propio médico de cabecera sea el que te aconseje que los tomes con precaución o directamente, no es recomendable para tu salud ya que con ello no se juega. Y algo que hay que tener muy claro, es que la salud es lo más imprescindible del mundo. Sin ella, no podríamos hacer nada. Cuanto antes empecemos a mimarla, mejor calidad de vida tendremos.

La cultura de la ofensa

Últimamente, en varias conversaciones que tengo durante la semana, sale a la luz un tema que puede llegar a ser preocupante: la libertad de expresión.

Durante años en España se luchó por conseguir que los ciudadanos nos expresásemos deliberadamente y sin tener ningún tipo de repercusión. Íbamos por muy buen camino hasta que entró en juego la cultura de la ofensa. 

He escuchado casos en los que por escribir una reseña desfavorable en la página web de una empresa desde la mayor sinceridad del mundo, ésta misma te amenaza con denunciarte, o incluso, puede llegar al chantaje. Si su temor es que les desprestigien, ¿no es más sencillo borrar el comentario y hablar por privado con la persona que lo ha escrito, para saber su opinión y así intentar mejorar en aquello que fallan?

Ahora vamos a pasar de lo general a lo particular. No entiendo por qué algunas personas se sienten ofendidas si en tu propia red social opinas sobre un tema en concreto y ellos automáticamente adoptan una actitud defensiva o tienen la necesidad de escribirte un mensaje diciendo que no tienes razón. ¿Y ellos sí la tienen?

Por ejemplo, hace un año publiqué en una historia de Instagram, una fotografía del 2012 en la que criticaba indirectamente la Tauromaquia. En concreto esta:

Pues bien, unos pocos dejaron de seguirme. ¿Acaso ellos se dedican a la Tauromaquia? ¿Les da de comer?

Lo que quiero decir con todo esto, es que se sienten atacados por temas que no les afecta directamente, simplemente es una ideología formada por el desarrollo de su personalidad y la influencia del ambiente en el que han crecido, pero no es algo personal. Y mucho menos, les estás insultando.

Existen casos en los que, a lo mejor, unos amigos están tomándose una cerveza en un bar, y uno de ellos dice un comentario agresivo sobre la pareja de otro de los miembros del grupo. Y a veces, con tal de no caerles mal, simplemente, agachan la cabeza y no dicen nada. Pero en cambio, no son capaces de escuchar una opinión diferente sobre un tema objetivo.

Luego ya están los que no se limitan a dar su opinión, sino que además, agreden verbalmente y faltan el respeto a los demás sin que nadie les haya dado vela en este entierro. Menos mal que en las redes sociales se están tomando medidas duras al respecto, censurando comentarios que fomentan el acoso verbal

Nuestros antepasados lo dieron todo para conseguir sentirnos libres, ¿Ahora lo vamos a echar a perder por el mero hecho de tener siempre más razón que nadie en todos los aspectos?

La belleza está en la diversidad.

Sueños por cumplir

¿Cuántas veces habéis ideado el plan perfecto para conseguir aquello que tanto deseáis y lo posponéis para mañana?

Dedicamos gran parte de nuestras vidas a soñar. Y eso está bien. Está bien pensar en cuál es nuestra vocación. Planear o imaginar. Todo ello es positivo. Pero existen dos tipos de personas. Aquellas que planean, esquematizan todos los pasos a seguir en una agenda y visualizan la escena. Y por otra parte, están las que no planean tanto y comienzan a hacer todo lo posible para que aquellos sueños se puedan palpar.

Vuelvo a repetir que planear o imaginar no es negativo. En ocasiones es necesario. Pero cuando ves pasar los años y aún no has empezado ni por el principio, te darás cuenta de que has cometido el mismo error que la mayoría. Pasarte toda la vida planeando.

Es muy sencillo mantenerse en la zona de confort y hacer lo que la sociedad nos ha impuesto. Cuántas veces habré escuchado en estos años las siguientes frases: “a la amiga de mi amigo le supuso un esfuerzo terrible y lo tuvo que dejar” “es que me han dicho que no tiene suficientes salidas” “puf, ¿estás segura? Mira que es difícil eh”.

Estas son las típicas palabras que hacen retroceder a cualquiera. La gente negativa solo te transmitirá miedo. Un miedo terrible a fracasar. Así que el primer paso para llegar a la cima es apartar a estas personas de tu vida. Una vez superada esta fase tienes que cambiar tus pensamientos. Cambiar la palabra imposible por un “es posible”. Cambiar el miedo a cometer errores por las ganas de adquirir mayor aprendizaje. Los “no sé si podré” por “claro que puedo”. Cambiar de modelo a seguir. Ninguna persona es lo suficiente importante como para darte lecciones de que lo que quieres o haces está mal. Así que en vez de seguir el camino de ellos fíjate en aquellas personas que hicieron historia por el enorme esfuerzo y tiempo que dedicaron a cumplir sus metas.

Ahora toca pensar en el camino adecuado que queremos escoger para conseguirlo. Elijas el camino que elijas siempre será el correcto. En ocasiones, te equivocarás o te dirán que no lo haces bien. Pero existe un millón de alternativas y siempre habrá una perfecta para ti.

No temas por tener las expectativas muy altas. Sueña a lo grande y los resultados serán inmensos. Pero cuidado. Aquí debes ir poco a poco.

Durante el proceso proponte cumplir las pequeñas metas una por una y así sucesivamente. Cuando estés cerca de conseguirlo no te lo creerás. Ese sueño ahora es una realidad. Esa realidad por la que solo tú apostaste. La realidad que tanto trabajaste.

Cuando llegues aquí te sucederá algo muy curioso y ambivalente a la vez. Puede que te confunda. Pero es algo totalmente natural y humano. Te darás cuenta de que no es la parte más alta de la cima. Hay una infinidad de caminos y nuevas alturas. Y tú querrás pasear por todos ellos. Querrás cada vez más y más.

Quizá a simple vista resulta un tanto ambicioso. Pero de esto trata la vida. De superarse a uno mismo. Así que hoy ya no habrá peros. Vas a darle la vuelta a tu situación. Te levantarás de esa cama calentita que te atrapa y saldrás a la calle en busca de todo lo que deseas. No importa que tengas quince, treinta, cincuenta, setenta o noventa años. Esto no finaliza aquí y ahora. Solo acaba de empezar. Aún queda mucho. Aún quedan muchos sueños por cumplir.

Texto inédito del libro Perspectivas – Editorial Dech

El arte de exteriorizar el odio

ODIO

A lo largo de los años nos han acostumbrado a reprimir nuestras emociones.

Llorar cuando se está triste no es positivo porque muestra debilidad. Reír a carcajadas en una reunión importante es de mala educación, incluso les resulta vulgar a las personas presentes. Demostrar en público el amor que sientes hacia tu familia, pareja o amigos es una “moñada´´ y demasiado empalagoso. Sentir vergüenza ante una situación es ridículo. Tener celos roza la paranoia y posesión. Ser demasiado alegre molesta a los demás y resulta un tanto hipócrita. Todos estos tópicos que introduce la sociedad desde que somos bebés contaminan nuestras mentes y nos hace vivir en la censura infinita.

Ahora nos centraremos en el odio. Aquel sentimiento negativo que nos hace estallar como un volcán. ¿Por qué a la gran mayoría de la gente nos cae mal una persona hostil verbalmente que se pasa todo el día discutiendo con los demás? Muy fácil, por la misma razón que comenté anteriormente, la sociedad nos ha inculcado que reprimir los sentimientos es bueno para la humanidad. Obviamente no es plato de buen gusto que alguien nos critique, grite o agreda verbal y físicamente, de hecho son comportamientos inaceptables. Pero yo no quiero dirigir el tema por esa vía.

Por ejemplo, una amiga o amigo nos insulta o hace una crítica destructiva, en el momento nos duele. Lo ideal sería posicionarse y defendernos, pero el problema está cuando optamos por callarnos para no discutir. Esa persona se irá de rositas, sin ningún daño. En cambio la que ha recibido esa falta de respeto seguirá dándole vueltas y más vueltas durante días, semanas, meses o incluso años. Sentirá un profundo resentimiento e inevitablemente se convertirá en su esclavo emocional de por vida ya que le ha permitido traspasar ese terreno.

Lo que quiero decir con esto, es que cuando algo nos molesta, enfada o duele es muy importante exteriorizarlo en el momento, ya que el odio nos autodestruye psicológicamente. Si sacamos el volcán que llevamos dentro este sentimiento se disipa y podremos alcanzar el equilibrio.

Pero el odio en algunas ocasiones nos sirve como una potente herramienta. Por ejemplo, cuando alguien a quien tenemos cariño nos traiciona, nos servirá para alejarnos de esa persona dañina, enfocándonos en sus defectos y el sufrimiento que nos ha causado. Más adelante este odio pasará a convertirse en indiferencia. Si alcanzas dicha fase significa que ya has superado esa etapa de tu vida.

Desde siempre el odio ha sido un sentimiento adaptativo. Incluso era útil en la prehistoria ya que la utilizaban para alejarse del enemigo cuando sus vidas y las de sus familias corrían peligro.

También quiero hablar sobre el autocontrol. Es más importante para evitar la agresividad que la propia ausencia de odio. Los maltratadores y homicidas, por ejemplo,carecen de autocontrol y tienen baja tolerancia a la frustración. Los traspiés, aplazamientos y exigencias están presentes continuamente en el mundo moderno. Estas personas son más propensas a estallar en cólera ante estas situaciones.

La tirria es un fenómeno que se experimenta en la gran mayoría de personas, pero estas son capaces de dominarlo y no actuar en consecuencia. Según las investigaciones del psicólogo David Buss, profesor de la Universidad de Texas en Austin, un 80 % de las mujeres y un 90 % de los hombres han fantaseado alguna vez con el asesinato. Si no existiera el autocontrol el mundo sería una auténtica jungla.

La conclusión que sacamos de todo esto es que el sentimiento de enfado hay que expulsarlo de manera sana por nuestro propio bien y sobre todo trabajar el autocontrol para vivir con plena armonía en todos los aspectos de nuestras vidas.

Colaboración mía en Editorial Dech

Sexismo ambivalente: la cara oculta del machismo


Como tod@s sabemos, el sexismo es una actitud basada en la creencia sobre la inferioridad de las mujeres como grupo.
El machismo sigue siendo una realidad a día de hoy en todos los ámbitos de la vida: amigos, familia, pareja, trabajo, estudios… etc. En ocasiones no somos del todo conscientes ya que además del sexismo hostil, existe el benevolente. A simple vista no es perjudicial, pero el objetivo sigue siendo el mismo: dejar en un plano inferior a las mujeres.
Aquí compartiré con vosotr@s las diferentes clases de machismo que existe:

1) EL PATRIARCADO: la manera de manifestar el patriarcado es el paternalismo (justificación de la dominancia masculina).

– Paternalismo dominante
Tienen la creencia de que deberían tener mayor poder que las mujeres. El hecho de que una mujer pueda quitárselo les enloquece. Por ejemplo, dentro de una pareja heterosexual se piensa que el hombre debería tomar las decisiones más importantes.

– Paternalismo protector
Se piensa que el hombre debe mantener y proteger a la mujer. Por ejemplo, la mujer se tiene que quedar en casa cuidando de l@s hij@s y los hombres trabajar. Esta creencia se ha mantenido durante años en muchas familias y en algunos casos sigue siendo así.

2) Diferenciación existente entre mujeres y hombres.

– Diferenciación de género competitiva
Los hombres realizan comparaciones con las mujeres que justifican su supuesta mayor competencia. Por ejemplo, una característica como la sensibilidad hace que las sitúe en un plano inferior. Aunque en realidad, esta característica es una virtud, pero ellos tienen una manera distorsionada de percibir al género opuesto.

– Diferenciación de género complementaria
Un ejemplo muy claro es pensar que el trabajo de las mujeres dentro del hogar beneficia a los hombres, ya que les permite centrarse en su trabajo y sus objetivos profesionales.

3) Heterosexualidad

– Hostilidad heterosexual
Se basa en la creencia de que las mujeres son peligrosas y manipuladoras. Dos características que muchas de nosotras habremos escuchado más de una vez en bocas de hombres que tienden a generalizar. Por ejemplo, piensan que a través de la sexualidad las mujeres pueden hacer con ellos lo que quieran. Provocándoles una dependencia enorme a ellas.

– Intimidad heterosexual
Esta sin duda, es la más común y mucho menos perjudicial que las demás. Se cree que las relaciones románticas son esenciales para la felicidad de ambos sexos. Las mujeres son consideradas como el complemento afectivo y amoroso ideal para los hombres y un recurso valioso al que hay que proteger.

Soledad

Soledad. Tan temida y añorada al mismo tiempo. Tan frágil y oscura. Tan fuerte y radiante.

Sólo tú sabes llegar a lo más profundo de cada alma. Sólo tú eres capaz de inspirar y sumergirnos en nuestras más íntimas fantasías. 

Muchas personas te detestan. Demasiadas son las que aborrecen tu llegada.

Todos tenemos miedo a la soledad. ¿A quien no le aterra quedarse completamente sol@ en el mundo? 

¿Cuántas veces habéis aguantado al lado de alguien, ya sea familiar, amigo o pareja por el simple temor a acabar sin nada, sin nadie? En soledad.

Nos aburrimos sin la compañía de alguien e incluso nos da por pensar de más. Pero para un momento y mira a tu alrededor. Todos estamos solos. Cada uno de nosotros somos personas individuales e independientes. ¿Quién se levanta de la cama cada día? Tú. ¿Quién piensa en las tareas que tiene que realizar? Tú. ¿Quién consigue todo lo que se propone? Tú y solamente tú.

Así que no tengas miedo. Ella no te va a dañar. Al contrario, te ayudará a resolver cualquier contratiempo. Porque la única manera de conocerse a sí mism@ y embellecer el alma es conviviendo con la soledad.