Excesiva productividad, poca Inteligencia Emocional

Desde la infancia nos obligan a permanecer sentados y atentos a temas que ni nos interesan durante una jornada completa. Después, esta jornada se convierte en una actividad de doce horas diarias ya que debemos realizar todas las tareas que nos han mandado en clase, para así, al día siguiente continuar. Me despierto, desayuno rápido, atención plena durante ocho horas, como y vuelta al trabajo. Esto siempre fue una faena para aquellos niños que vivíamos más en nuestro mundo interior que en el exterior, lo que nos rodeaba nos daba igual y el sistema educativo quizás nunca estuvo preparado para ello, y por supuesto, la sociedad tampoco, pero esto ya es un tema perfecto para otro artículo.

Esto nos prepara para la vida adulta, estudiar, busca trabajo, si no lo encuentras eres un desecho humano y si lo encuentras todos te premian porque te acoplas bien a la sociedad, eres una máquina más para la excesiva productividad.

Constantemente veo en redes sociales de gurús del emprendimiento hablar sobre la importancia de dejar tus hobbies de lado, personas queridas de tu entorno e incluso, disminuir tus horas de sueño: cuando está demostrado que la falta de sueño no solo hace que disminuya el rendimiento tanto físico como mental, sino que puede derivarse en problemas graves de salud mental, en definitiva, marchita tu cerebro). Mensajes como: todo gran esfuerzo tiene su recompensa, trabaja duro hoy y vivirás mañana “como quieres’’ (no se lo creen ni ellos). En definitiva, abandónate a ti mismo y así todos te admirarán porque ganarás mucho dinero, porque eres un peón más para ellos. Otra persona más del ganado adicta al materialismo y a la generación del quiero y no puedo, apariencias al fin y al cabo.

En cambio, aquellas personas que han dado tumbos en la vida, que se han equivocado y han tenido que reinventarse por lo menos, seis veces. Ellos no son un buen ejemplo a seguir, ellos no son ‘’personas de provecho’’. Yo admiro más a aquellos que aunque hayan tardado más en conseguir aquello que está bien visto en la sociedad (tener un trabajo, independizarse, estudios o formar una familia), han invertido sus años de juventud en trabajar un sano autoconcepto, autoestima, en definitiva, en desarrollar plenamente su personalidad. Son personas que no sólo contribuyen, sino que gestionan bien su tiempo para dedicarse a sus hobbies, introspección y dedicarse a lo que de verdad les llena. Quizás aquellos que realizaron todo de una manera seguida, en dirección al camino recto, tengan que dar un parón a los 40 años porque sienten la necesidad de reconducir su vida, ¿Quién soy? ¿Cuál es el significado que le doy a mi existencia? Esta es la famosa crisis de los 40, ni más ni menos. 

En definitiva, debemos hacer todo lo que realmente queremos, no lo que se supone que está bien visto, siempre y cuando no se dañe a los demás. Todo ser humano necesita dedicar tiempo al trabajo de su inteligencia emocional, ya que es lo que de verdad, le hará estar bien consigo mismo sin la necesidad de la aprobación ajena. 

Reflexionando desde el confinamiento

 

world-4952390__480 (2)

La situación actual muchos la describirían como algo propio de una película de ficción. Y no lo niego, en los últimos años no habíamos vivido nada parecido. Dicen que en situaciones extremas se magnifica lo que ya estaba dentro de cada ser humano, ya sea bueno o malo. Ya no se trata de una crisis nacional, sino a nivel mundial. Algo que, desde mi punto de vista y así lo creeré siempre, viene grande a cualquier Gobierno, a cualquier persona. Una pandemia no entiende de ideologías, de razas, ni de estatus, ni de creencias. Cualquier ser humano, independientemente de su poder o moral, podría ser vulnerable.

Hoy en día tenemos más información de lo que cualquier cerebro podría soportar. La inteligencia humana está muy por detrás de la velocidad a la que transcurren los acontecimientos. Mucha de esa información es, claramente, manipulada, pero eso ya es otro tema para otro artículo y tampoco diría nada nuevo. Enciendes la televisión o enciendes tu móvil y ya aparecen noticias catastróficas sobre el Covid-19. Debemos procurar limitar la atención a las noticias. Está bien saber qué ocurre en el mundo pero no podemos saturarnos. Todo ello causa histeria colectiva: productos que se agotan rápidamente, ansiedad, depresión, enfrentamientos entre vecinos, amigos o familiares. Basta ya. No podemos dejar que los medios condicionen nuestra vida.

Las consecuencias de esta crisis que se pueden analizar a distancia que es consecuencia de esta crisis, es, por un lado, la ayuda al prójimo o la rivalidad entre bandos o egoísmo por otro. Egoísmo por querer echar a personas de sus viviendas por miedo a contraer el virus ya que trabajan en sanidad, supermercados… etc. Ellos tienen el mismo derecho a vivir bajo un techo que los demás. Su salud y bienestar son iguales de importantes que las suyas. O el egoísmo por obligar a algunos trabajadores a exponerse diariamente al peligro sin apenas protección, y ellos acceden por miedo a quedarse sin sueldo para darle de comer a sus hijos. La rivalidad entre bandos, votantes de derecha o izquierda que se lanzan indirectas continuamente a través de las redes sociales, enfrentándose entre seres queridos, dejando que la política haga con sus emociones y vida personal lo que les dé la gana. Partidos políticos que echan basura el uno del otro a través de Twitter en vez de sentarse todos en una mesa y llegar a un acuerdo sólido y definitivo para hacer lo máximo posible para solucionar esta triste situación. Luego está la otra cara de la moneda, la solidaridad, profesionales arriesgando sus vidas para salvar otras. Luchadores sin capa ni sin superpoderes. Gente que ayuda a sus amigos, familiares o vecinos que se han quedado en el paro y no tienen dinero para llenar sus neveras vacías. Gente que curan por su cariño y atención crisis de ansiedad con una simple llamada. Gente que entretiene a los demás a cambio de nada. Videollamadas a aquellos que, actualmente, viven solos para que se sientan acompañados. Cualquier gesto de bondad, por muy pequeño que sea, es bienvenido.

Esto es un antes y un después. Una nueva vida que nos hará cambiar como sociedad. Y espero que nos cambie para ser mejores personas. Un mundo más cooperativo y respetuoso. Un mundo más libre sin dañar a los demás. Un mundo sin odio ni prejuicios. Un mundo que se encargue de lo importante: cuidar las vidas de cualquier ser humano.