El problema de invalidar las emociones

Desde la infancia escuchamos por parte de personas de nuestro entorno frases como: no llores, que no te vean llorar, eres muy mayor para tener esa rabieta. En la adolescencia esos comentarios se suman a otros: tu problema no tiene importancia, de adulto te vas a enterar, ¿a ti qué más te da lo que piensen los demás? Y esto no acaba aquí, sino que sigue en la edad adulta, no te tomes las cosas tan en serio, mira Pepito, qué mal le va… No te puedes quejar.

Sin darnos cuenta, nada más nacer estamos condenados a que nos invaliden las emociones. Siempre habrá alguien que te haga pensar que tu preocupación es ridícula, dejando pasar ciertas situaciones por alto que objetivamente son dañinas para el ser humano, y mucho menos se nos ocurre pedir ayuda profesional, porque los psicólogos sólo deben atender asuntos de real gravedad. Y sin querer, nos convertimos en el saco emocional de otras personas y adoptamos la estrategia de aguantarlo absolutamente todo, cada vez exigiéndonos más y más, causando por dentro una ansiedad desbordante.

Pues bien, estas son algunas de las consecuencias de invalidar las emociones de los que nos rodean. Gracias al cambio de mentalidad, actualmente, se valora más el trabajo en la Inteligencia Emocional, aunque aún hay generaciones que son resistentes a esta nueva perspectiva. Está claro, que exteriorizar excesivamente una determinada emoción como la rabia en el trabajo, por ejemplo, está mal visto. Por ello hay que buscar un equilibrio entre el autocontrol, tolerancia a la frustración y expresión sana de emociones.

Reprimir al extremo la tristeza puede traer consecuencias graves, llegándose a convertir en en un trastorno depresivo. No compartir tus preocupaciones con seres queridos puede evolucionar en ansiedad crónica, incluso, la persona podría somatizar toda la negatividad llegando a dañar algún órgano del cuerpo, (provocando úlceras estomacales, síndrome del intestino irritable …etc.). 

Por ello si te enfadas, exprésalo, comenta a aquella persona qué fue lo que te hizo sentir así. De esta manera podría sanarse la relación del tipo que sea (amoroso, amistoso, familiar o laboral), sin temer el impacto que pueda provocar, porque si la otra parte no la comprende,  quizás te puede ayudar a darte cuenta que esa persona no debería estar en tu vida. Así que, ¿qué más dará? Lo importante es que tú te quedes a gusto, siempre y cuando se exprese de una manera asertiva.

Si sientes tristeza llora, está demostrado que las personas que aguantan el llanto de una manera continuada, en el caso de las personas muy estoicas, tienen mayores índices de depresión, provocando enfermedades como el cáncer o llegando incluso al suicidio. Llorar libera endorfinas y si, además, alguien que nos quiere nos abraza en ese momento, la oxitocina (hormona del cariño) aumenta, haciéndonos sentir relajados y más seguros de nosotros mismos.

Y tampoco nos debemos olvidar de las emociones positivas como la alegría. Es de vital importancia que si algo nos hace sentir alegres lo podamos compartir, de esta manera refuerza nuestra autoestima y se liberan numerosas endorfinas que permitirán la sanación del cuerpo y sobre todo, de nuestra mente.

Por ello, padres, familiares cercanos, profesores, educadores del mundo, nunca reprimáis las emociones de vuestros niños, si queréis que el día de mañana sean unos adultos sanos y satisfechos consigo mismos. La clave no está en que sean fuertes como una roca, soportando cualquier tempestad, lo verdaderamente importante es que encuentren el equilibrio entre dichas emociones, abrazando cada una de ellas y sintiéndolas. Fomentando la adaptación al cambio. No hay que ser la persona más dura sino tener resiliencia.

Intolerancia

Reconozco que la intolerancia puede ser quizás una manera de sobrevivir a ciertos desafíos, un escudo ante aquello que no nos gusta: la disonancia cognitiva. 

La disonancia cognitiva es la tensión o alteración del sistema de creencias e ideas. A nadie nos gusta que algo ya sea exógeno o endógeno nos perturbe nuestra cuidada ideología que tanto nos costó construir. Puede que siempre hayamos creído fielmente en una cosa en concreto y de repente, vemos algo que nos hace entrar en un feo conflicto con aquella creencia, esto es desagradable. 

Con lo cual, la intolerancia nos protege de la temida disonancia cognitiva y a su vez, nos permite llegar a la falacia de consenso. Esto quiere decir que siempre buscaremos situaciones y personas que confirmen aquella idea y todo lo que la contradiga lo rechazaremos abiertamente para evitar el temido conflicto interno

Por estos dos motivos, la intolerancia está muy extendida ya que es una herramienta muy útil que nos permite sobrevivir. Después de hacer alusión a lo que podría ser beneficioso, tengo que decir que es perjudicial a nivel personal y global.

¿No os suena aquella situación en la que estáis debatiendo con una persona a la que conocéis sobre un tema en concreto y ambos tenéis opiniones opuestas? En este escenario os encontraréis con algunos tipos de ‘’opinólogos profesionales’’ uno es el que te da su punto de vista de una manera relajada y asertiva comprendiendo tu punto de vista (éste sería el ideal), otro es aquel que se calla en mitad del debate porque no quiere seguir con un tema en el que no vais a llegar a un punto en común, y otro es, (el que menos me gusta) el que no solo intenta dejar por encima su pensamiento sino que además invalida el tuyo, y lo peor de todo, no puede ni quiere entender por qué tú piensas diferente. Este es el llamado, ‘’amigo intolerante’’ aquel que te interrumpe al hablar y no te escucha bajo ningún concepto.

El problema es que ellos mismos creen que su pensamiento debe ser totalitario y tiene mayor validez que el de los demás, que de alguna manera, contribuye al bienestar de las personas, cuando no sabe que lo que a él le parece satisfactorio, para otra persona quizás le parece horrible. Estas personas tienen una capacidad de empatía menor, son más propensas a la ofensa, falta del respeto y a su vez, se sienten ofendidos con facilidad, ya que, como la misma palabra lo dice, no toleran que nadie ponga patas arriba su sistema de creencias. Son resistentes al cambio, dificultando su evolución personal. 

Mi consejo es que cuando debatas (en este caso, discutas, ya que no pueden tener un debate sano) con una persona intolerante, llegue un momento, en el que si has dado tu opinión y él o ella desacredite tu punto de vista, simplemente, no sigas. No se trata de convencer ni de colonizar la mente del otro, sino de hablar con plena libertad sobre aquello que piensas o crees, entendiendo a los demás aunque no introduzcas aquel pensamiento en tu propio sistema. No vale la pena discutir contra un muro de piedra.

La intolerancia humana es el comienzo de la prisión mental, de la falta de libertad, por ello siempre lo detesté.

AFANTASÍA

¿TE IMAGINAS NO IMAGINAR?

La afantasía es la incapacidad para visualizar imágenes mentales. Es una condición que se manifiesta en un pequeño porcentaje de la población. 

En este artículo, nos centraremos las características más llamativas de la afantasía.

SUS CARACTERÍSTICAS MÁS RELEVANTES

  • Las personas con afantasía no pueden visualizar en su mente recuerdos del pasado. Por lo tanto, su memoria autobiográfica está perjudicada.
  • No pueden imaginar una escena cuando leen o escriben. Únicamente lo pueden llegar a visualizar de manera limitada si le proporcionas datos muy concretos sobre una escena.
  • Se asocia neurológicamente a la prosopagnosia congénita, que consiste en la incapacidad para reconocer rostros. 
  • Puede ser consecuencia de una angioplastía coronaria que es un procedimiento que se utiliza para abrir las arterias obstruidas del corazón. Hubo estudios que demostraron que un porcentaje de pacientes perdieron su capacidad de visualizar imágenes desembocando en una ceguera imaginativa.
  • Se presenta en diferentes grados, algunas personas son incapaces de producir imágenes voluntariamente, sin embargo, conservan su capacidad de producirlas espontáneamente tanto en la vigilia (el despertar) como en el sueño.

EL CURIOSO CASO DE BLAKE ROSS

En 2016 Blake Ross, el ingeniero de software, co-creador del buscador web Mozilla Firefox y ex-director de producto de Facebook, publicó un texto en esta red social en el que relataba sus experiencias con la afantasía. El artículo fue publicado en el New York Times .

Contaba que desconocía este fenómeno hasta que leyó sobre su existencia. Conceptos como el de contar ovejas para favorecer el sueño le parecían metáforas. No era capaz de imaginar el rostro de su padre fallecido. Creía que los demás no podían percibir imágenes nítidas de sus recuerdos.El texto de Ross se hizo viral y ayudó a muchas más personas a conocer su condición. Desde entonces, hubo más conciencia sobre este curioso déficit imaginativo. Se espera que en los próximos años aumente también el conocimiento científico sobre la afantasía.

Excesiva productividad, poca Inteligencia Emocional

Desde la infancia nos obligan a permanecer sentados y atentos a temas que ni nos interesan durante una jornada completa. Después, esta jornada se convierte en una actividad de doce horas diarias ya que debemos realizar todas las tareas que nos han mandado en clase, para así, al día siguiente continuar. Me despierto, desayuno rápido, atención plena durante ocho horas, como y vuelta al trabajo. Esto siempre fue una faena para aquellos niños que vivíamos más en nuestro mundo interior que en el exterior, lo que nos rodeaba nos daba igual y el sistema educativo quizás nunca estuvo preparado para ello, y por supuesto, la sociedad tampoco, pero esto ya es un tema perfecto para otro artículo.

Esto nos prepara para la vida adulta, estudiar, busca trabajo, si no lo encuentras eres un desecho humano y si lo encuentras todos te premian porque te acoplas bien a la sociedad, eres una máquina más para la excesiva productividad.

Constantemente veo en redes sociales de gurús del emprendimiento hablar sobre la importancia de dejar tus hobbies de lado, personas queridas de tu entorno e incluso, disminuir tus horas de sueño: cuando está demostrado que la falta de sueño no solo hace que disminuya el rendimiento tanto físico como mental, sino que puede derivarse en problemas graves de salud mental, en definitiva, marchita tu cerebro). Mensajes como: todo gran esfuerzo tiene su recompensa, trabaja duro hoy y vivirás mañana “como quieres’’ (no se lo creen ni ellos). En definitiva, abandónate a ti mismo y así todos te admirarán porque ganarás mucho dinero, porque eres un peón más para ellos. Otra persona más del ganado adicta al materialismo y a la generación del quiero y no puedo, apariencias al fin y al cabo.

En cambio, aquellas personas que han dado tumbos en la vida, que se han equivocado y han tenido que reinventarse por lo menos, seis veces. Ellos no son un buen ejemplo a seguir, ellos no son ‘’personas de provecho’’. Yo admiro más a aquellos que aunque hayan tardado más en conseguir aquello que está bien visto en la sociedad (tener un trabajo, independizarse, estudios o formar una familia), han invertido sus años de juventud en trabajar un sano autoconcepto, autoestima, en definitiva, en desarrollar plenamente su personalidad. Son personas que no sólo contribuyen, sino que gestionan bien su tiempo para dedicarse a sus hobbies, introspección y dedicarse a lo que de verdad les llena. Quizás aquellos que realizaron todo de una manera seguida, en dirección al camino recto, tengan que dar un parón a los 40 años porque sienten la necesidad de reconducir su vida, ¿Quién soy? ¿Cuál es el significado que le doy a mi existencia? Esta es la famosa crisis de los 40, ni más ni menos. 

En definitiva, debemos hacer todo lo que realmente queremos, no lo que se supone que está bien visto, siempre y cuando no se dañe a los demás. Todo ser humano necesita dedicar tiempo al trabajo de su inteligencia emocional, ya que es lo que de verdad, le hará estar bien consigo mismo sin la necesidad de la aprobación ajena. 

NO al acoso escolar

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Esto va por vosotros. Por aquellos niños y niñas que deseaban ser invisibles a los ojos del resto del mundo. A los que tuvieron que enfermar a propósito para refugiarse en su habitación. A los que llegaron a pensar que la palabra colegio era sinónimo de infierno. A los que en los recreos preferían esconderse en el lugar más vacío y menos ruidoso del patio.

Ahora pensarás que ya no le importas a nadie. Que lo que está sucediéndote te lo mereces por ser raro o rara. Que aquellas personas que te atormentan son mejores que tú. O incluso que quizá no vales lo suficiente, ¿verdad? Pero déjame decirte una cosa. No sabes cuánto te equivocas. Aquellas personas, si es que se les puede definir así, están lejos de igualarte. Por ello intentan destruirte cada día. Porque detrás de aquella fachada fuerte y poderosa se esconden personas inseguras de sí mismas. Y créeme, la inseguridad es uno de los sentimientos más tóxicos y perjudiciales que existen. Ellos saben con certeza que eres mejor.

Que están a años luz de superarte. Por cada risa existe un “mi vida es tan aburrida que tengo la necesidad de fijarme en el resto”. Por cada “eres un friqui” hay un “me gustaría ser tan especial como tú, ya que yo soy uno más entre la multitud”. Cada “qué mal haces esto” o “qué feo o fea eres” esconde un “deseo ser la mitad de inteligente y guapo o guapa que tú”.

No les des el gusto de verte sufrir. No les escuches. Ni siquiera malgastes tu tiempo pensando en ellos. En el fondo son almas perdidas que desean llenar su vacío dañando a aquellos que envidian. Y ser envidiado por los demás no es del todo negativo. La envidia es una mezcla entre el odio y la admiración. Ellos te admiran. No existe mayor realidad que esa. Por ello debes aprovechar y trabajar todas tus capacidades para fortalecerte y no derrumbarte nunca más.

Deja que el tiempo haga de las suyas. Créeme que se darán cuenta del daño que causan. Y los que nunca aprendan, pobrecitos de ellos. Se destruirán a sí mismos y no sabrán salir de ese bucle infinito.

Tú vales mucho más que todo esto. Puede que no seas igual y por ello no encajes con el resto. Pero cuando crezcas te darás cuenta de que ser diferente es uno de los mejores regalos que puede hacerte la vida. No sigas a las masas. Ni a los que hoy son populares. Aquellos niños que en un pasado se creían los más poderosos del colegio e instituto hoy en día no los veo en portadas de revista, ni en la televisión, ni en la gran pantalla. No llegan ni a ser conocidos y puede que apenas sus nombres sean recordados.

Escoge el camino que tú creas más apropiado para ti. Da igual que hoy te critiquen. En un futuro verás lo beneficioso que es pensar por uno mismo sin dejarse influenciar. Sé fuerte. No te rindas. Ten el valor suficiente de hacer lo que en cada momento te dé la gana. Que más dará lo que piensen ellos. Si no son ni tu familia, amigos o pareja. Cada lunes ponte enfrente del espejo y di: soy una persona preciosa por dentro y por fuera, soy inteligente y capaz de conseguir hasta lo imposible. Nada ni nadie podrá conmigo.

El acoso escolar es una realidad invisible. Las víctimas sufren en silencio. Temen pedir ayuda e incluso les cuesta ser conscientes de la gravedad de la situación. Padres, madres, profesores y educadores, transmitirles que pedir ayuda es positivo y que siempre estaréis a su lado para arroparles y apoyarles. No os tapéis los ojos por miedo a ver la realidad. Estos niños se sienten desprotegidos y os necesitan más que nunca.

Enseñarles a vuestros hijos y alumnos a ser generosos y empáticos con los demás. No es importante ser el o la mejor de la clase en un deporte. Tampoco lo es sacar matrícula de honor. Lo que verdaderamente importa y les servirá para el resto de sus vidas es ni más ni menos que tener bondad. Con ello todo lo que toquen brillará.

Reflexionando desde el confinamiento

 

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La situación actual muchos la describirían como algo propio de una película de ficción. Y no lo niego, en los últimos años no habíamos vivido nada parecido. Dicen que en situaciones extremas se magnifica lo que ya estaba dentro de cada ser humano, ya sea bueno o malo. Ya no se trata de una crisis nacional, sino a nivel mundial. Algo que, desde mi punto de vista y así lo creeré siempre, viene grande a cualquier Gobierno, a cualquier persona. Una pandemia no entiende de ideologías, de razas, ni de estatus, ni de creencias. Cualquier ser humano, independientemente de su poder o moral, podría ser vulnerable.

Hoy en día tenemos más información de lo que cualquier cerebro podría soportar. La inteligencia humana está muy por detrás de la velocidad a la que transcurren los acontecimientos. Mucha de esa información es, claramente, manipulada, pero eso ya es otro tema para otro artículo y tampoco diría nada nuevo. Enciendes la televisión o enciendes tu móvil y ya aparecen noticias catastróficas sobre el Covid-19. Debemos procurar limitar la atención a las noticias. Está bien saber qué ocurre en el mundo pero no podemos saturarnos. Todo ello causa histeria colectiva: productos que se agotan rápidamente, ansiedad, depresión, enfrentamientos entre vecinos, amigos o familiares. Basta ya. No podemos dejar que los medios condicionen nuestra vida.

Las consecuencias de esta crisis que se pueden analizar a distancia que es consecuencia de esta crisis, es, por un lado, la ayuda al prójimo o la rivalidad entre bandos o egoísmo por otro. Egoísmo por querer echar a personas de sus viviendas por miedo a contraer el virus ya que trabajan en sanidad, supermercados… etc. Ellos tienen el mismo derecho a vivir bajo un techo que los demás. Su salud y bienestar son iguales de importantes que las suyas. O el egoísmo por obligar a algunos trabajadores a exponerse diariamente al peligro sin apenas protección, y ellos acceden por miedo a quedarse sin sueldo para darle de comer a sus hijos. La rivalidad entre bandos, votantes de derecha o izquierda que se lanzan indirectas continuamente a través de las redes sociales, enfrentándose entre seres queridos, dejando que la política haga con sus emociones y vida personal lo que les dé la gana. Partidos políticos que echan basura el uno del otro a través de Twitter en vez de sentarse todos en una mesa y llegar a un acuerdo sólido y definitivo para hacer lo máximo posible para solucionar esta triste situación. Luego está la otra cara de la moneda, la solidaridad, profesionales arriesgando sus vidas para salvar otras. Luchadores sin capa ni sin superpoderes. Gente que ayuda a sus amigos, familiares o vecinos que se han quedado en el paro y no tienen dinero para llenar sus neveras vacías. Gente que curan por su cariño y atención crisis de ansiedad con una simple llamada. Gente que entretiene a los demás a cambio de nada. Videollamadas a aquellos que, actualmente, viven solos para que se sientan acompañados. Cualquier gesto de bondad, por muy pequeño que sea, es bienvenido.

Esto es un antes y un después. Una nueva vida que nos hará cambiar como sociedad. Y espero que nos cambie para ser mejores personas. Un mundo más cooperativo y respetuoso. Un mundo más libre sin dañar a los demás. Un mundo sin odio ni prejuicios. Un mundo que se encargue de lo importante: cuidar las vidas de cualquier ser humano.

Algún día

Algún día dejarás de lamentarte por los errores que cometiste, transformándolos en aprendizaje, en sabiduría, en madurez. Algún día notarás cada vivencia cada traumática más lejana, más borrosa porque, con el tiempo te das cuenta de que la mente nos protege de toda negatividad recordando solo los buenos momentos. La memoria a veces es muy inteligente.

Algún día aquellos defectos que tanto te molestaban, que tanto criticaban, los aceptarás como una característica más de tu personalidad y los manejarás a tu antojo. Algún día te resultará cada vez más sencillo alejarte de aquellas personas que te enjaulan, que te cortan las alas, que no te dejan brillar. Te darás cuenta de que ya no las necesitas, en realidad, nunca fue así. Dejarás de ser la prisionera y el saco de boxeo emocional de ellos.

Algún día todo lo que te atormenta, dejará de doler. Te desharás de cada espinita que se enquistó en tu corazón y volverá a regenerarse.

Algún día el sentimiento de vergüenza no tendrá la mayor importancia. Sabrás que es un obstáculo para ser tal y como eres. Algún día vencerás al miedo. Lo apartarás y seguirás el camino hacia tus sueños.

Algún día serás aquella persona que quisiste ser desde que eras una cría. Aquella que siempre fuiste y que, simplemente, tienes que liberarla.

Envidia, el deporte de moda

“No soy una persona envidiosa pero, no entiendo por qué él ha conseguido ese puesto de trabajo tan cualificado y yo no, si yo tengo más formación´´. “Con ese vestido se te notan mucho las caderas´´. “A ver, no digo que no te hayas esforzado pero, en parte, has tenido suerte porque diste con el momento indicado´´. “¿No crees que es muy compleja para ti esa tarea? No sé piénsatelo bien porque no quiero que te frustres, lo digo porque me preocupo por ti´´.

Estas son las típicas frases que escucharás en una persona envidiosa por naturaleza. Suelen ser personas que, aparentemente, parecen indefensas, humildes e incluso bondadosas. Otras, sin embargo, pueden resultar narcisistas, prepotentes y dominantes pero, dentro de ellas se esconde algo que les caracteriza y comparten: una baja autoestima. Sí, una baja autoestima. Y gente así te puedes encontrar en todo tipo de ámbitos: trabajo, clase, amigos, pareja o familia.

Claramente, necesitan ayuda profesional ya que es algo interno muy difícil de gestionar. Cuando un individuo con el que no te llevas bien siente envidia hacia ti es perjudicial pero quizás no afecte tanto a tu vida como si, por ejemplo, fuese alguien de tu entorno más cercano. Con un enemigo las diferencias son claras pero con un ser querido aparentemente no las hay. Puede incluso quererte con locura y alegrarse cuando te ve feliz, sintiendo una dolorosa disonancia cognitiva porque en su corazoncito esconde  sentimientos un tanto oscuros hacia ti: envidia. Te deseará lo mejor pero nunca querrá que te vaya mejor que a él/ella. Es más, le producirá irritabilidad por su eterna lucha entre el amor y aquello que le quita un poco el sueño. Al fin y al cabo, la envidia no es más que una mezcla entre admiración y odio. En aquellas temporadas que esa persona se distancie de ti (es más frecuente de lo que crees), sentirá un profundo alivio y buscará personas iguales o incluso inferiores (según su propio criterio) a él para sentirse pleno y admirado. Desea ser el centro de atención por una vez en su vida.

A su vez, la persona envidiada también sufre. No comprende por qué aquella persona con la que siempre tuvo una buena relación no se alegra ya por sus logros, no apoya sus proyectos y le cambia repentinamente de tema si habla de ellos. Cuando llega al fin de la cuestión, siente decepción y dolor tendiendo a ocultar ciertas facetas propias delante de dicha persona, hasta que un día se cansa y decide aislarse.

Siempre he hablado muy mal sobre las personas envidiosas ya que a lo largo de la vida, inevitablemente, te encuentras con gente así. A día de hoy tampoco les defiendo y nunca lo haré pero, quizás, les entienda un poco mejor. La raíz del problema, como he mencionado anteriormente, es una baja autoestima. Creo, sin duda, que si todos desde pequeños recibiéramos una educación basada en una sana autoestima, respeto por los demás y cariño el mundo sería mucho mejor. Si alguna vez conoces a una persona con ese problema porque, sufre tanto la persona que lo siente como la envidiada, si te importa, puedes ayudarla a que lo perciba como tal y que acuda a profesionales que le aconsejen sobre como mitigarlo. En el caso de que no lo quiera reconocer y se niegue a ser ayudada siendo tú su víctima emocional lo mejor que puedes hacer es, con todo el dolor de tu corazón, alejarte porque, ante todo, está la propia salud mental.

 

Ya no somos aquellas pobrecitas indefensas

Ya no somos aquellas pobrecitas indefensas. En realidad, nunca lo fuimos, aunque desde niñas nos intentaron inculcar ese prejuicio totalmente erróneo.

Todo comienza con un ese juguete o actividad es de niños, dale un beso a aquella desconocida que dice que niña tan bonita o sino pensará que eres una antipática, ten buenos modales y siempre sonríe. Si das el primer paso con un hombre no eres una dama, eres una PUTA. Una señorita no debe pagar la cuenta. Una mujer no tiene cualidades para liderar una empresa. Gorda, fea, saco de huesos, creída. Una mujer a veces tiene que hacer sacrificios y aguantar a su hombre, a su amo. Y todo esto termina con un: si abusaron de ella es porque se lo buscó.

Cuando creces, te das cuenta de que esos prejuicios no son válidos, no existen. Algunas personas, desafortunadamente, pensarán así en pleno siglo XXI, pero pobrecitos de ellos que borreguitos seguirán siendo. Y ahora mi pregunta es:

¿A que nunca se imaginaron que las mujeres podemos ser grandes científicas hasta el punto de descubrir la doble hélice del ADN como lo hizo Rosalind Franklin? ¿O que además de musas podemos ser maravillosas artistas? ¿Y qué hay de las grandes profesionales del ámbito de la Salud mental y física? ¿Y de la Ingeniería y la Química? ¿Qué hay de las campeonas en levantamiento de peso o en cualquier tipo de deporte? ¿Qué hay de las policías, guardia civiles y bomberas? ¿Qué hay de las directoras de cualquier empresa? ¿O de la trabajadora que compatibiliza su jornada laboral con el cuidado de sus hijos? ¿Y las madres que llevan las riendas de todo el núcleo familiar? ¿Y qué pasa con aquella frágil madre soltera que con el tiempo se hizo fuerte por sus hijos porque no le quedó más remedio? Y así podría seguir, pero para ello necesitaría escribir una novela.

Ya no somos aquellas pobrecitas indefensas con la que tanto empatizan. No somos aquella delicada flor, ni somos princesas en peligro esperando a que nuestro príncipe azul nos rescate, ni ese cuerpo deseable al que muchos querrían acceder y después despojarlo a cualquier vertedero como si de un clínex se tratase.

Nosotras somos fuertes, luchadoras y con iniciativa. Somos guerreras que no necesitan a un príncipe, sino a un guerrero, un aliado con el que vencer a las adversidades de la vida. Nos gusta sentirnos protegidas, sí, pero a ellos también. No somos un juguete al que usar y tirar cuando os dé la gana, sino una persona con sentimientos y valores a la que hay que respetar, al igual que lo haces con tu madre, abuela, hija o hermana.

No necesitamos vuestra pena ni vuestros consuelos, ya no. No necesitamos enseñar nuestros genitales para que nos escuchen, basta con demostrar tu inteligencia y talento personal porque, cuando lo encontramos, ya no hay quien nos pare. No necesitamos vuestras leyes y medidas de mierda que, en ocasiones, en vez de protegernos lo que hace es perjudicar a quien no lo merece, ya sea por falta de pruebas o por injusticia.

Necesitamos un Estado que nos ampare a todas las personas. Necesitamos que nos dejéis de ver como a una pieza de porcelana, sino como a una PERSONA IGUAL QUE TÚ.

Y esto, señoras y señores es el verdadero significado del FEMINISMO, la lucha por la igualdad de mujeres y hombres, sin favoritismos, sin odio, sin hacer daño a los demás porque así comenzó el machismo y no queremos que los papeles se inviertan, no. Queremos que la balanza esté igualada porque el equilibrio es lo que mantiene la vida. Y yo soy feminista, sí, pero de verdad. Sin odiar a los hombres ni creerme mejor ni peor que ellos, sino exactamente igual. Porque siempre me preocupé por el bienestar de la Humanidad.

 

Aquellas amistades que te convirtieron en la persona que eres ahora

Hay amigos con los que siempre reirás intensamente. Hay amigos que te escucharán y comprenderán. Otros que confiarán en tu criterio y te adoptarán como terapeuta particular. Otros que no se fiarán, pero no por tu culpa, sino porque los golpes de la vida les ha hecho así, desconfiados. Existen amigos que de primeras te querrán, te querrán muchísimo y querrán compartir todo su tiempo contigo, pero con la misma velocidad con la que se encandilaron, se esfumó todo ese interés por ti hasta el punto de desaparecer sin dejar rastro de lo que un día fue. Otros con los que solo te unió las grandes fiestas de la adolescencia y momentos de locura, pero ningún sentimiento puro. Hay amigos que se acercarán a ti por un objetivo en concreto. Tendrás amigos a los que no les interesa tu vida ni lo más mínimo, pero sí pretenden que a ti les interese la suya. También existen los que, simplemente, te amarán de todo corazón y a estos nunca hay que dejarles marchar, porque lo valioso cuesta encontrarlo.

La amistad a veces daña, traiciona, decepciona, engaña, manipula, ata, envenena; la amistad te desgarra el alma como si de un mal de amores se tratase. Si nunca lo has experimentado, en algún momento lo harás y no debes tener miedo, es parte de esta cruda realidad. Pasarás por todas las fases del duelo: pérdida, negación, desesperanza, ira, intento de acercamiento a dicha amistad, ansiedad, aceptación y superación. Yo añadiría otra… liberación. Liberarnos de la toxicidad que nos lleva tanto tiempo pesando resulta realmente gratificante.

A lo largo del camino encontraremos personas venenosas que, con la experiencia, las captaremos a distancia. Personas que, durante un largo periodo de tiempo, fueron pilares fundamentales en tu vida, pero un día sin saber por qué, sin darte cuenta, por circunstancias de la vida o porque ya no compartíais nada pasan a ser completas desconocidas. Personas que no pasaron por tu vida para hacerte feliz, sino para darte una lección aunque doliese. Personas que desde el principio están junto a ti sin intereses, sin segundas intenciones, a las que les importas de verdad.

Todos son amigos y los que ya no lo son, también recorrieron parte del camino junto a ti. Y no debes odiarles ni guardarles rencor, no. Debes tomarlo como un aprendizaje que te regaló la vida. Un aprendizaje necesario que te convirtió en la persona que eres ahora.